Simplemente, os dejo ya con la lectura :D
Os adoro~
Shena se despertó sobresaltada y tan aturdida que tuvo que reprimir un grito de angustia. Apartó con furia las lágrimas que caían sin cesar por sus mejillas.
De nuevo, el día de la muerte de sus padres le perseguía en sus pesadillas.
Trató de levantarse y a punto estuvo de caerse al haber olvidado dónde se encontraba. Desde la altura, observó a su alrededor. El sol comenzaba a salir indicando que un nuevo día iba a comenzar. Ella, al no ver ningún depredador cerca, bajó con agilidad al suave suelo cubierto de hierba.
Se giró al oír un ruido, pero sólo era Aeris bajando de otro árbol en el que había pasado la noche.
Sin compartir más de dos o tres frases, reemprendieron su búsqueda por el bosque.
De vez en cuando, miraba con disimulo su pulsera. Desde el día anterior, nadie más había muerto.
La mordedura de la bestia le molestaba, así que aprovechó el breve descanso para cambiarse el vendaje de la herida. Mientras machacaba unas cuantas hojas sobre una piedra limpia del río, Shena reflexionó sobre las dos bestias. Llegó a la conclusión de que debían ser una pareja. El de pelaje verde debía ser el macho, a juzgar por su tamaño y la hembra de pelaje pardo, la más pequeña. Recordó también que tenían los ojos del color del pelaje del otro, lo que le pareció curioso.
Aplicándose la verdosa mezcla sobre la herida que casi se había curado, le comentó a Aeris lo que había pensado y él estuvo de acuerdo.
-Puede ser un buen dato si nos deciden atacar de nuevo.-comentó mirando la herida del brazo de Shena pero sin preguntarle nada.
-La hembra, tras matar a tu primo se abalanzó sobre mí pero logré escapar.
Él no dijo nada más, así que ella tras terminar de cubrirse el brazo siguió su camino.
***
En cambio, Kian despertó poco a poco, con tranquilidad. Tenía muchísima calor, pero no podría moverse y salir de allí sin despertar a Natalia, que estaba profundamente dormida abrazada a él.
Observó su rostro. Mostraba una inmensa paz. Kian sonrió al contemplarla así. Ella también sonrió en sueños y se movió arrimándose más a él.
Kian se relajó y decidió dejar que ella durmiera algo más, ya que probablemente no tendrían más tiempo para descansar más a delante.
Pasado un buen rato, decidió despertarla puesto que hacía tiempo que había amanecido.
Acarició con el dorso de su mano la suave mejilla de ella.
-Lía, despierta.-susurró.
Ella abrió poco a poco los ojos, dejando que Kian viera sus azules ojos. Ella amplió su sonrisa al verlo y se estiró levemente.
-Buenos días.-susurró ella acurrucándose a su lado.
-Tenemos que irnos Natalia.-comentó después de unos minutos en silencio. Así que ambos salieron de la madriguera, enfrentándose al exterior.
-Quedan tres vivos, lo conseguiremos.-dijo sonriendo Kian tras mirar la pulsera.
-No quiero que muera nadie de nuestro equipo.-musitó ella, observando también la pulsera.
-Son duros de pelar, confía en ellos.
Ella asintió sin mucha convicción.
***
Habían estado dando vueltas un buen rato y seguían sin encontrar nada ni a nadie. Aeris caminaba a su lado en silencio. Shena y él estaban en continua tensión. Si se encontraban a alguien, uno de los dos moriría.
La hada de la Noche se preguntaba cómo estaría Lyan. Ella le había enseñado lo básico para poder sobrevivir sin magia, pero llevar todo a la práctica le sería más complicado.
Por Kian y Natalia ni se preocupaba, puesto que los dos sabían perfectamente cómo cuidarse.
Shena tropezó bruscamente con una raíz y susurró un juramento al perder el equilibrio mientras esperaba la caída. Pero ésta, no llegó.
Aeris le agarró con rapidez de la cintura y evitó que se precipitara contra el suelo atrayéndola hacia él.
Ella suspiró con alivio y levantó la cabeza para mirarlo a los ojos. El duende a su vez clavó su intensa mirada verde y marrón en la de ella, aún sin soltarla.
-Gracias.-murmuró ella sin dejar de observarlo.
Él se separó lentamente de ella, como una suave caricia y echó a andar dejándola atrás.
Shena volvió a suspirar desconcertada por la reacción del duende y lo siguió, pero dejó un margen de un metro entre ellos.
Luego ella se paró de golpe. Había oído voces. Echó a correr dejando atrás a Aeris. Ella creyó reconocer una de las voces. Lyan.
-¡Lárgate! No quiero luchar contigo.-gritó Lyan.
Ella aceleró aún más, temiéndose lo que iba a ocurrir.
-¡Shena detente!-masculló Aeris bastante lejos de ella, pero no le hizo caso.
A lo lejos logró ver a Lyan y cómo una mujer se abalanzaba sobre él.
Shena gritó para distraer a la mujer, pero no logró evitar que la espada se enterrara en el estómago de él.
Lyan sostuvo un grito de dolor y se llevó las manos a la herida, que sangraba muchísimo.
La duende soltó una cruel carcajada mientras observó cómo él se retorcía de dolor a sus pies. Y ahí fue cuando Shena atacó.
Una ancestral fuerza y furia brotó del interior de Shena la cual, silenciosa y rápida como un rayo, arrojó su lanza que se calvó de un certero golpe en el pecho de la asesina.
Su risa se cortó con el golpe. Un extraño sonido salió de su garganta y cayó al suelo.
Pero la hada no le dirigió una segunda mirada a la mujer. Corrió los pocos metros que le quedaba n y calvó sus rodillas en el suelo junto a Lyan. Trató de curarlo o hacer algo, pero él no se lo permitió. Le agarró con fuerza de la mano e hizo que Shena lo mirase a los ojos. Unos pardos ojos que reflejaban un profundo sufrimiento pero también una gran determinación.
-Me toca a mí Shena. No puedes hacer nada.-susurró y tosió algo de sangre que se derramó por su barbilla.
Lágrimas caían sobre el rostro de Lyan procedentes de una impotente Shena que miraba con angustia cómo su amigo moría poco a poco.
-Que tus sueños se hagan realidad, amiga mía.-murmuró él con dificultad.
Shena en voz baja, le deseó lo mejor y Lyan soltó un último suspiro y un gemido de dolor.
Ella sollozó en silencio a la vez que le cerraba los ojos a Lyan. Luego se levantó y vio cómo Aeris llegaba sin aire de correr y paraba para mirar la situación. Con rapidez, Shena se estiró y recogió la espada con la que habían matado a su amigo y, aún con lágrimas que se derramaban por sus mejillas, encaró a Aeris.
Él desenvainó su espada mirándola fijamente.
-¿Vas a matarme?-preguntó él, sorprendiendo a Shena.
-¿Me atacarás tú?
Él se quedó mirándola un tiempo hasta que bajó lentamente la espada.
-No.
La hada de la Noche, aún desconfiada, bajó levemente su espada también.
-Ella mató a mi amigo, a Lyan. Tuve que vengarlo.-se defendió ella con un murmullo, aún llorando. Heladas lágrimas descendían por sus mejillas.
-Lo sé, lo vi desde lejos.- respondió él guardando la espada y acercándose a ella.
Shena no pasó por alto que con eso, él había quedado desprotegido y que sería increíblemente fácil matarlo. Pero en cambio, se dejó rodear por los brazos de Aeris, soltó la espada que estaba manchada con la sangre de su amigo que cayó con un gran estrépito, y lo abrazó dejando por fin salir el dolor por la muerte de Lyan.
-No podías hacer nada Shena, no te culpes.- murmuró él tratando de callar los silenciosos sollozos de ella.
-Él no debería haber muerto. Nadie tendría que morir por un estúpido torneo.-susurró ella, limpiándose las lágrimas y apartándose levemente de él.
-Todos sabíamos a lo que nos enfrentábamos al participar en el torneo Shena. Debe haber un grupo ganador.
-Pero esto es realmente horrible.
Aeris no tuvo respuesta para eso. Le limpió las últimas lágrimas que habían caído y la agarró del codo que no tenía herido.
-Vayámonos. Los del torneo vendrán a por los cuerpos y será peor si nos quedamos más.
Shena asintió y se dejó guiar por él. ¿Quién sería el siguiente? ¿Kian? ¿Natalia? ¿O quizás ella misma?
***
- Leane - Shena
Caeli- Kian- Aeris -
Lyan Freya- NataliaEkarian